Ya he escrito una gran cantidad de artículos sobre el psicópata integrado o adaptado a la sociedad. Ya sabemos que es el más numeroso, tanto que cada día usted habrá hablado o se habrá cruzado con varios ejemplares.
Afortunadamente no todos estos personajes son criminales o asesinos, tal y como los medios de comunicación o las películas de Hollywood, de forma errónea, nos los presentan.
Pero el Psicópata puede pasar fácilmente de integrado a criminal, la gran diferencia entre uno y otro es que el segundo comete un delito tipificado por la ley y es detenido.
El Psicópata es una persona normal, no un enfermo mental, por mucho que sea un poco distinto del resto de sus congéneres. Por lo tanto, su nivel de inteligencia, su entorno, sus experiencias personales y el tipo de educación recibida, así como la influencia familiar acaban perfilando su personalidad.
Podríamos decir que el Psicópata criminal, aquel que, o bien comete delitos graves o lleva una larga carrera delictiva, es en cierto modo, el psicópata más tonto, el que ha crecido en una subcultura criminógena, el más violento o con menos autocontrol....o el que ha metido la pata, llevando a su detención.
En la población carcelaria, el Psicópata representa un 15% de los presos, más del 50% de los reclusos cumplen los criterios para el TAP (Trastorno Antisocial de la Personalidad).
Hay una serie de características destacables en el criminal psicopático:
-La versatilidad delictiva - estas personas cometen un gran número de infracciones, delitos y de una gran variedad, robos, agresiones, fraudes, delitos contra la seguridad pública, etc...
-Lo persistente de su conducta - estos sujetos no suelen aprender de la experiencia ni del castigo. A diferencia de otros delincuentes encarcelados que tienen derecho a una segunda oportunidad y a recibir ayuda en su reinserción, los psicópatas parecen, según demuestran ciertos estudios empíricos realizados en poblaciones forenses (especialmente, tratamientos de prevención de la conducta violenta), empeorar tras estos programas. En otras palabras, los sujetos con rasgos psicopáticos, a diferencia de los criminales no psicopáticos, reinciden más y con mayor gravedad tras someterse a terapias y programas (asistiendo a ellos solo para tener beneficios penitenciarios y para "aprender" a manipular mejor a los demás).
-La gravedad de sus delitos - En algunos casos, el Psicópata criminal es capaz de cometer crímenes repugnantes, que desafían la capacidad de comprensión del público en general. Así, la mayoría de asesinos en serie son psicópatas, gran parte de los agresores sexuales y muchos de los delincuentes hiperviolentos que son un peligro incluso para los agentes de la ley también lo son.
Los autores de asesinatos en masa, como los que nos sorprenden cada vez con mayor frecuencia en la noticias, suelen estar bien nutridos de personalidades como esta....sin olvidar a los psicópatas que llegan a las más altas posiciones, dictadores y genocidas.
No olvidemos también a jefes mafiosos, asesinos a sueldo, etc...profesiones que parecen hechas a medida para el Psicópata.
En ocasiones los crímenes de un Psicópata pueden parecer absurdos, ajenos al sentido común o la cordura, inexplicables (la gente normal tiende a pensar que son obra de un loco). Lo cierto es que todos los asesinatos y otros delitos muy graves cometidos, tienen todos una razón de ser, lo que ocurre es que a veces la razón es tan pueril que no justifica una agresión tan desprorcionada, al menos en una persona normal.
La motivación del asesino en serie psicópata puede ser variada: sentimientos de frustración o inferioridad, venganza, sentimientos compulsivos de búsqueda de placer en el dolor y la dominación, necesidad de sentirse vivo, etc... Podríamos decir que estas son las causas o detonantes, un forma de ser cruel, sin empatía y explotadora es el campo de cultivo perfecto que facilita el paso de la fantasía a la acción.
Naturalmente, no todos los asesinos son psicópatas, de hecho cualquier persona puede ser violenta si la situación le lleva al límite,...es más, cualquier persona puede ser una bestia asesina, por mucho que se considere una buena persona.
Entre los asesinos en serie, mayoritariamente psicópatas, hay también un cierto porcentaje de psicóticos o enfermos mentales, paranoides o esquizofrénicos, que normalmente suelen vivir un delirio que los impulsa a matar. Algunos criminólogos clasifican a este tipo de criminales seriales en asesinos organizados, desorganizados o mixtos, dependiendo de su modus operandi.
Por último, suele decirse que el Psicópata puede utilizar la violencia de forma instrumental (premeditada, planeada y a sangre fría), mientras que otros delincuentes muy violentos ejercen una violencia reactiva (defensiva, rabiosa, a sangre caliente), esto es cierto, pero sería más correcto decir que el psicópata puede utilzar ambas: reactiva e instrumental. El psicópata es hipersensible a ofensas y amenazas (ya sean reales o percibidas así por él), de hecho, esto es un reflejo o proyección de su propia forma de ser, por tanto suelen buscar y encontrar motivos para enfadarse continuamente (violencia reactiva). Por otro lado, cuando el psicópata quiere algo, sin importar lo tonto que sea su deseo del momento, es capaz de utilzar la violencia como un medio para conseguirlo, y lo hace de forma fría, planeada como una herramienta más de las que dispone, si no puede conseguirlo mediante el engaño, el fingimiento o la seducción (violencia instrumental). El Psicópata criminal puede permanecer cómodo y relativamente relajado en un territorio que para la mayoría de gente es repulsivo y terrorífico, el terreno de la agresión, por lo cual no dudará en llevarle a ese terreno para conseguir sus propósitos.
El Psicópata criminal también constituye un problema no solo en la sociedad, sino en el ámbito carcelario, ya que a diferencia de otros delincuentes, que conservan todavía una vida afectiva, este personaje es falso, desleal, tramposo y ultraegocéntrico. Es probable que adopte dos actitudes: ser un preso muy problemático o hacerse pasar por un preso modelo, arrepentido, que esta listo para volver a vivir en sociedad sin peligro para los demás.
Daniel Pérez