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lunes, 26 de abril de 2021

PONER LÍMITES Y RECIPROCIDAD: SOLUCIONES SIMPLES, PERO AL PARECER NO FÁCILES DE APLICAR ANTE EL ABUSO

 PONER LÍMITES Y RECIPROCIDAD: SOLUCIONES SIMPLES, PERO AL PARECER NO FÁCILES DE APLICAR ANTE EL ABUSO

Por Daniel Pérez (imagen cortesía de Counseling en pixabay)
Las personas del grupo de parásitos, escoria y abusadores emocionales, son, como sabemos de dos tipos:
1. Los que son tan burdos y obvios que son fácilmente detectados y cuyo comportamiento entra en conflicto con la sociedad (los más tontos, reactivos, descontrolados, desagradables y marginales). A estos se los detiene mediante la ley (muchos entran y salen de la cárcel como modo de vida) o mediante la fuerza bruta. Normalmente, no suelen causar problemas si te haces respetar, y te haces respetar cuando saben que puedes defenderte y causarles daño, ya que suelen buscar víctimas indefensas.
2.Los psicópatas integrados, narcisistas, maquiavélicos y sádicos. Personas con una apariencia amable, que esconde unas intenciones perversas. Estos no son fáciles de detectar al principio, suelen entrar en nuestra vida como amantes, amigos, mentores, compañeros o colegas...pero es sólo para poder conseguir lo que buscan, ya sea dinero, estatus, sexo, compañía, apoyo, diversión o juego (el placer del engaño y de jugar con la mente de los demás).
En éste artículo, naturalmente, hablo del segundo grupo. En estos casos, el problema es que el abusador no lo parece, en apariencia no hace nada abusivo, a menudo, nunca le ha puesto la mano encima a su víctima, e incluso tiene ciertos modales o es cortés en sus maneras.
Pero el abuso que llevan a cabo es más insidioso y tan dañino como la agresión física.
Es relativamente sencillo descubrir que estás en una relación abusiva, porque la víctima se siente ansiosa, angustiada, deprimida y estresada ante la relación con una de estas ratas, pero no acaba de ver bien porqué...tiene la mente nublada y además ha sido objeto de una especie de tortura psicológica a fuego lento, de un control mental sistemático y de una destrucción cruel y despiadada de su carácter.
El problema ya viene de lejos, justo al comienzo de la relación cuando todo parece perfecto, los psicópatas, narcisistas y maquiavélicos ya van dejando pistas de qué hay algo raro en ellos, pero la mayoría de gente no suele tener ni la claridad y calma mental para verlo, ni el coraje y cojones para aplicar una respuesta relativamente simple: poner límites.
Poner límites no es tan difícil, básicamente consiste en decir “No” y mantener la decisión, ante cualquier presión, chantaje o intento de seducción chapucera.
Para saber cuando hay que poner límites, hay que usar simplemente un poco de sentido común, aquí es donde entra la reciprocidad; o sea, como mínimo, debes ser tratado con el mismo respeto con el que tu tratas a los demás, cualquier cosa por debajo de este punto es inaceptable, intolerable y justifica acciones punitivas. Las acciones son de tres tipos:
-Estar dispuesto a acabar la relación del tipo que sea (de nuevo, se requiere dignidad y agallas)
-Estar dispuesto a castigar el comportamiento abusivo (se requiere una situación de fuerza moral y mental)
-Estar dispuesto a decir “NO”. (requiere fortaleza de carácter y respeto por uno mismo).
La escoria con rasgos psicopáticos, no tolera abusos por parte de nadie. En ese sentido, quizá es la única cosa que podemos aprender de esta gentuza. Desgraciadamente, sus víctimas parecen incapaces de ver el abuso (o no lo quieren ver) y por tanto, de aplicar soluciones muy simples como son exigir un trato justo, humano, y negarse a cumplir con caprichos, favores especiales y exigencias irracionales.
Es sencillo saber a qué clase de persona nos enfrentamos, aunque a veces, requiere tiempo. Las personas abusivas no respetan tus opiniones, tiempo, necesidades ni sentimientos. Es una relación asimétrica, ellos/as están por encima y tu eres inferior y estás por debajo.
El gran problema es que esta situación sólo va a empeorar, especialmente porque cuanto más sumisa, complaciente y orientada a ser aceptada es la víctima, más sádica, tiránica y despreciativa se va a volver la persona con rasgos psicopáticos.
La solución, repito, es simple: no aceptes ser tratado con menos consideración de la que tu ofreces a los demás y pon límites a cualquier capricho, comportamiento irrespetuoso o juego de poder.
Poner límites es relativamente sencillo, pero requiere que lo hagas de verdad, que pongas todo tu ser en ello, si lo haces con miedo, a medio gas, o no cumples lo que dices, se volverá en tu contra.
La gente respeta a quienes se respetan a sí mismos, incluso la gente más abyecta como los personajes de los que hablo en mis artículos, acaban siendo menos abusivos (aunque quisieran ), ante ciertas personas que se hacen respetar, por la mera razón de que les ponen las cosas muy difíciles.